Plegarias/Mandas


Sonando::

Compatibilidad::


Contador gratis

LaFaunaUniversitaria

Estar rodeado de mechones y ya haberlo sido el año anterior te da una nueva perspectiva de tu entrorno. Como que uno ya tiene clara la película sobre algunas cosas [repito, SOLO SOBRE ALGUNAS, tampoco es que me crea el hoyo sólo por estar en 2º, COMO OTROS], y uno pasa de sentirse "el observado" a sentirse "el observador" cuando te paseas por el patio de cualquier campus común y silvestre durante los fugaces "recreos" de 10 minutos para trasladarse de una cátedra a otra.

Es que uno se da cuenta recién ahora, pero al momento de entrar a la Universidad todos creen que pasan piola entre la masa de estudiantes, y que podrían infiltrarse fácilmente por cualquier parte con tal de esquivar la experiencia del mechoneo...

¡Já! Pobres mentes ingenuas.

He aquí una pequeña muestra de argumentos que avalan mi tesis:

  • La ropa. La regla es así: si tiene buzo, es mechón. Muchos osados han tenido que botar sus jeans favoritos por ir contra la corriente o de puro confiados, al creer que después de 2 semanas ya no los mechonearán. ERROR. Ojo que las poleras viejas también la llevan acá.
  • Los grupitos. Típico: hombres por un lado, mujeres por el otro. SE PELAN SIN PIEDAD, y lo realmente penoso es que mientras los hombres miran a sus compañeras, ellas hacen lo mismo pero con los más grandes.
  • Los grupis. Esto no pasa en todas las U, pero en la mía estudian Gepe [Diseño] y la Fran Valenzuela [Periodismo]. Típico que los novatos [y sobretodo si estudian la misma carrera] llegan preguntándole a los más antiguos por ellos: cómo es en persona, cómo le va, a qué clases o si toca gratis en la facultad. Hoy estuve hablando con una compañera de clase que estudia Diseño y me dijo que siempre le preguntan por Gepe, y ella apenas lo ha visto un par de veces. Es que lo que casi nadie razona es que ellos con suerte se asoman para los exámenes, sino, ¿a qué hora ensayan? ¿viajan? ¿componen? ¿graban? ¿promocionan? ¿cantan? ¿giran? Ah, más encima: desde que entré a la Cato NUNCA han hecho alguna tocata dentro de ella.
  • Las urgidas. Otro personaje de antología en esta época: mientras los machos alfa siguen haciendo el ránking de las compañeras más ricas de la generación y organizan tomateras y pichangas [más evidencia: solo los nuevos se ponen a jugar a la pelota en cualquier parte verde del campus que no sean las canchas de fútbol], las mujeres ya tienen todos los textos con destacador fosforesente, y sus cuadernos repletos de apuntes [nótese: ORDENADOS, y en casos extremos con varios colores para escribir lo importante], donde aparecen hasta las tallas fomes del profesor. La mayoría de los hombres con suerte va a la red clandestina de tráfico de resúmenes de los de 2º para conseguirse uno.
  • Los reventados. No falta el [o la] que llega a media mañana con los ojos como tomate y las ojeras hasta el suelo. Esto se da sobretodo en la semana de actividades recreativas, en la mañana siguiente del carrete universitario, lo que nos lleva al siguiente enigma: ¿¡por qué el viaje a la playa siempre es a mitad de semana!? Este año fue día jueves, y el año pasado fue un miércoles si no me equivoco... ¿Qué pretenden con eso? ¿Ponerlos a prueba? "Oh, mira, este huevón no llegó a clases, deben haberle robado hasta los zapatos, jajajaja! [risa malévola]". En fin, volviendo al punto de los reventados debo reconocer que los admiro, al menos llegan, otros ni siquiera pueden devolverse y se quedan tirados en alguna calle de El Tabo.
  • El hoyo. Estos sí que nunca faltan. El típico huevón [nunca he conocido una mujer así] que jura que se las sabe por libro y nunca se calla. Busca cualquier ocasión para hacer notar el tamaño de su ego. Y lo peor es cuando hablan sin conocimiento de causa, y de 3 frases dichas, una es chamullo, la otra un ejemplo chanta y la última un comentario que juran que es talla. A estos sí que no los paso, aunque la vida ya me ha dado un entrenamiento intensivo para convivir y respirar con ellos dentro de una misma sala desde la enseñanza media. En Derecho pululaban, y aquí en Historia he conocido a uno solo, pero adivinen qué: ¡HABLA FUERTE!
  • El primer rojo. Pasada la caña, llega el primer rojo. Usualmente parte con un 2, o incluso un 1. Cabe señalar que por las razones esgrimidas es mucho más común en los hombres, aunque no falta la mina que se pone a llorar afuera de la sala [esto lo ví muchas veces en Derecho sobretodo].

Pero no toda la fauna universitaria proviene por parte de los mechones/novatos/pichones/caturros/cachorros de cada facultad [escoja el término que utilicen en su U]. Pasteles como El Hoyo son más democráticos que ir al baño, aunque después de un tiempo bajan los decibeles al darse cuenta que no son los únicos que hacen el ridículo. Pero sí existen ejemplos que son genuinamente de un estudiante promedio no-mechón:

  • Los reprobados. Resaltan en la 1ª clase: se van a sentar en la última fila, ya tienen el cuaderno lleno de materia [la del año pasado, obvio], y al momento de entrar a la sala los profesores los reconocen al instante, aunque no los hayan tenido como alumnos el año anterior. Claro, si entre profes se pasan el dato. Estas lumbreras por lo general están condenadas a responder las preguntas al aire que lanzan todas las clases, y si no lo hacen o lo hacen mal, no los dejan tranquilos hasta el fin del semestre.
  • LOS BUITRES. ¡Un clásico! Los giles de 2º a 5º que se afilan los dientes esperando mejor suerte este año. Ofrecen su colección de resúmenes y por los pasillos se escuchan frases como:
    Oye, es que el correo interno de la U falla mucho, así que mejor dame tu MSN y te los mando ahí
    Chantas ¬¬

Podría estar hasta las 3 AM describiendo especímenes como estos. Y si me conoces y te sentiste identificado con alguno de ellos...

¡¡SÍ, en ti pensaba!!

Un abrazo a los incondicionales.

Marco

PD. Omití a la "provinciana de trenza y canasto" porque eso sí que es un mito urbano de proporciones.

Novato2.0

Lamento la tardanza. Pero es que eso de "perdido en acción" que tenía como aviso no era para nada una metáfora...

En fin, había planeado hacer un recuento de lo que fue el verano 2 mil osho pero sería bastante desatinado de mi parte, digo, dadas las circunstancias.

Será para el póximo verano.

Prosiguiendo con esta improvisación [porque tampoco tengo algo así sorprendentemente interesante que contar, y eso es lo más terrible, pero de algo debo escribir ahora que tengo un computador con internet disponible delante mío, y por eso emplearé la más poco original fórmula del bloguero: FLUÍR DE LA CONCIENCIA], volví a mis quehaceres universitarios hace como 2 semanas y debo decir que ha sido mucho más piola y relajado que el año anterior. De hecho, será porque estoy en 1° de nuevo. No, no me cambié de carrera otra vez, siento que si lo vuelvo a hacer me sentiré más fracasado que Arturo Longton [a propósito: ¿viero a Kramer? estuvo genial]; lo que pasa es que recién ahora estoy haciendo los cursos que corresponden al primer semestre de mi carrera, porque como entré a mitad del año pasado hice los del 2° primero, por lo que para este 2° semestre me toca hacer los de 3°... Bueno, hasta a mí me cuesta entender esta confusión a veces, y como me da lata explicarla le digo a todo el mundo que soy de 1° y punto. Igual me siento "novato". A veces. Gracias.

La semana pasada mechonearon en mi campus. O sea, "novatearon" [no sé para qué le cambian el nombre si total hacen lo mismo en todas las U]. Yo pensaba que en la Cato no lo hacían, porque cuando entré a Derecho el año pasado en vez de la súper original costumbre organizaron un sinnúmero de actividades. Por eso fue bastante cuático experimentar esa sensación. Fue el miércoles, durante la última clase de la mañana, y estábamos en la clase de Pensamiento Histórico [acuérdense que estoy haciendo los ramos de primer semestre]. Llegaron 2 tipos del Centro de Alumnos y bastante seriotes entraron a "informar" algo súper importante, sobre el cambio en las mallas curriculares o algo así. Obviamente nadie les compró la pomada ni por un segundo, ya que todos estaban tiritones durante esa semana. Es más, un compañero que estaba cerca mío ya se estaba parando para irse, y en el momento que tomó la manilla de la puerta 2 grandulones barbudos entraron a la sala y se quedaron de pie bloqueándola. Al instante se escuchó un sonoro "uuuuuuuuhh" en la sala y todo tipo de aullidos y alaridos expresando el mismo sentimiento: PAVOR.

Lo más bizarro era que los tipos de delante seguían hablando como si nada, manteniendo el semblante serio en todo momento, y a esas alturas era evidente que nadie los pescaba. Y de repente veo cómo algunos comienzan a pararse e irse de la sala: eran los estudiantes de las generaciones viejas o de otras carreras. Mostraban su credencial universitaria a los grandulones y listo. Así que no me quedó más que sacar la mía de mi bolso y mostrarles a los tipos aquel pedazo de cartón plastificado que tan menospreciado había visto hasta ese momento. La cara de mis compañeros de banco era para fotografiarla: a nadie le había dicho hasta ese momento que no era tan "novato" como ellos.

Afuera estaba que ardía. Desde la sala no se veía a nadie, pero había unas 30 personas esperando medio escondidos a que salieran de la sala aquellas blancas palomas. Era chistoso ver a estos huevones de segundo [muchos de ellos conocidos] disfrazados de indios, huasos, curas evangelizadores y un largo etcétera, todos cargados de sendas municiones de huevos, mangueras y botellas con un extraño líquido blanco en su interior. Yo solo tomé palco: me subí a una escalera para tener una vista privilegiada del espectáculo... Obviamente, por sentido común, no quise sumarme a mis adorables compañeros, 1 porque yo no fui mechón, y 2 porque además soy anti-mechón, así que no fui inconsecuente. En esas reflexiones me encontraba cuando los buitres de afuera comienzan a hacer "gritos de guerra" y a golpear la puerta, y veo por una de las ventanas que un pelmazo se arrancó saltando una ventana de la otra pared, y ni se imaginan la batahola que se produjo. Espero por el bien físico y mental de ese pobre tipo que no lo hayan alcanzado.

Lo que pasó después es cuento sabido. Chiste repetido sale PODRIDO, como dicen, y tratándose de este caso, que yo sepa no hacen guerras florales precisamente en un mechoneo.

PD: hasta el día de hoy tengo que explicar por qué salí de la sala esa vez, aunque es un costo considerablemente inferior al de haberme quedado sentado esperando a que me amarraran por la cintura.